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CAPÍTULO 7

EL DESARROLLO DEL GÉNERO

 

Género

Género es la interpretación social del sexo biológico. En otras palabras, la internalización que hacemos de lo que la sociedad interpreta es tener los órganos sexuales de un hombre o los órganos sexuales de una mujer.

"Sexo" por el otro lado se puede referir a una de tres cosas. Primero que nada, "sexo" se puede referir a los cromosomas. Eso sería si uno tiene XX o XY en el par de cromosomas que establece el sexo biológico de uno. Los hombres tienen XY y las mujeres tienen XX. En menos del 1% de los alumbramientos, diferentes combinaciones de cromosomas se pueden notar. En el caso del Síndrome de Klinefelter, la persona nace con 3 cromosomas sexuales (XXY) en vez de 2 y en el caso del Síndrome de Turner, la persona nace faltándole uno de los cromosomas sexuales (X-). El primer caso es usualmente un hombre y en el segundo caso, una mujer, ambos siendo estériles debido a que carecen de tejidos normales en los gónadas. Rara vez nuestra conversaciones sociales son relacionadas al "sexo de los cromosomas".

Una segunda definición de "sexo" sería el "sexo biológico" que se refiere a los órganos sexuales que tenemos. El hombre tiene  pene, testículos y otros equipos, mientras que la mujer tiene vagina, ovarios y otros equipos de apoyo. Además, existe una tercera definición de "sexo" y ésta es el "sexo de las hormonas". Ambos, hombres y mujeres tienen las mismas hormonas sexuales, lo que varía es la proporción de estas hormonas. El hombre tiene grandes cantidades de andrógenos en comparación a estrógenos, mientras que la mujer tiene mayores cantidades de estrógenos en comparación a los andrógenos. La razón por la cual ambos, hombres y mujeres tienen ambas hormonas es que aparte de las gónadas (testículos y ovarios), las dos hormonas sexuales también se producen en la glándula suprarrenal.

Usualmente, en nuestras conversaciones, cuando nos referimos al "sexo" de una persona, en realidad lo que estamos hablando es de "género". El ser "hombre" y "masculino" se refiere a mucho más que a tener un pene y dos testículos en una bolsa de piel. El ser "hombre" se refiere a una lista larga de características que la sociedad en la cual vivimos ha determinado que son las características apropiada de un "hombre". Esta lista representan los roles de género de un hombre. Para la mujer existe otra lista también y tener esas características es lo que significa ser "mujer" y "femenina". Los roles de géneros se desarrollaron a través de la historia de la cultura y diferentes culturas han desarrollado diferentes maneras de caracterizar al hombre y a la mujer y, por lo tanto, no hay "características universales" que transcienden cultura. Tal vez el amamantar y criar hijos era la provincia única de la mujer (el hombre no produce leche materna) y por eso roles primitivos requerían que la mujer se quedara en la casa cuidando y amamantando a sus hijos mientras que el hombre salía y trabajaba (en culturas, miles de años atrás, el trabajo del hombre era mayormente obtener sustento a través de la cacería). Esta unión de la mujer al rol de crianza se debilitó cuando se descubre que otras mujeres que están lactando pueden alimentar más de un hijo con su pecho y más aún hoy, que el alimento de recién nacidos se puede comprar en cualquier supermercado, así liberando a la mujer del rol de crianza. Existen culturas donde los hombres son los que se quedan en su casa criando los hijos y la mujer es quien sale del hogar a trabajar. Lo importante de entender es que los roles de género representan características arbritarias que la sociedad le asigna a los hombres y a las mujeres, basándose solamente en el hecho del sexo biológico.

Otro aspecto importante en el área de género lo es la identidad de género que se refiere al aspecto psicológico de género. La identidad de género es nuestra internalización de ser hombre o mujer con todos los atributos que la sociedad le impone e incluye nuestra evaluación de cuán bien llenamos los atributos impuestos por la sociedad. La identidad de género de un hombre es como ese hombre se ve siendo hombre y masculino y la identidad de género de una mujer es cómo ella se ve siendo mujer y femenina.

En nuestra cultura, los aspectos importantes del rol masculino tienen que ver con el ser exitoso. El hombre "logra" éxitos, el hombre es "agresivo" en las competencias, el hombre "conquista" mujeres, el hombre "resiste" dolor, el hombre "no demuestra debilidad o emociones", y otros. Los aspectos principales del rol femenino tienen que ver con la atractividad de la mujer hacia el hombre. La mujer "es atractiva", la mujer "es agradable", la mujer "es pura", la mujer "es tímida y callada", la mujer "es servicial". Estos son los roles tradicionales que nuestra cultura propone y enseña tan sutilmente que los aprendemos sin darnos cuenta y pensamos muchas veces que esos roles no son aprendidos sino que vienen de nuestra propia naturaleza física o innata. Es por eso que nos sorprende si descubrimos que en otra cultura, es la mujer quien asume el rol agresivo y "conquista" al hombre.

La Androgínea Psicológica

Si uno fuese a hacer una lista más comprensiva que la que fue dada en el párrafo anterior, notaríamos que los roles de género están mayormente definidos por sus opuestos. El hombre es esto, y aquello, los cuales tienen sus opuestos en el rol femenino y viceversa. Por ejemplo, los hombres no demuestran emociones, mientras que las mujeres son emocionales. Los hombres son agresivos mientras que las mujeres son pasivas. Es por esto que la psicología primero conceptualizó a los roles de géneros como una dimensión que en un polo tenía la masculinidad y en el otro polo la feminidad. Mientras más uno se acercaba al extremo masculino, más se alejaba del extremo femenino. Esta explicación unidimensional se sostuvo por varios años. Sin embargo, en la década de los 1970s se comenzaron a hacer multitudes de investigaciones relacionadas al género y estas investigaciones producían un grado alto de medidas de "error" en los datos.

Una fuente principal de "error" en este tipo de medición se relaciona a la manera en la cual el investigador/la investigadora conceptualiza la variable que intenta medir. En el caso de género, las persona lo conceptualizaban como una sola dimensión que tenía dos polos (el masculino y el femenino) opuestos. El moverse hacia un polo automáticamente lo alejaba del opuesto. Esto llevó a un número de investigadores e investigadoras en al área de género a reconceptualizar el modelo unidimensional de género. Sandra Bem propuso un modelo de dos dimensiones de género. La dimensión masculina, que podía variar en una persona entre alta y baja, y la dimensión femenina, que también podía variar entre alta y baja. Esta conceptualización fácilmente podía explicar la conceptualización unidimensional de género, pues una persona "totalmente" masculina en la conceptualización unidimensional sería una persona "alta" en masculinidad y "baja" en feminidad en la conceptualización de dos dimensiones. Una persona "totalmente" femenina sería "alta" en feminidad y "baja" en masculinidad.

De esa forma, los roles tradicionales, medidos en la escala de Bem serían el tradicional masculino (alta masculinidad con baja feminidad) y el rol tradicional femenino (baja masculinidad y alta feminidad). Más algo aún más interesante, la conceptualización de Bem hace posible reconocer que puede existir una categoría en la cual ambos roles están presente (alta masculinidad y alta feminidad). Cuando los datos son analizados usando una escala de dos dimensiones se detectó que alrededor de un tercio de la población de estudiantes universitarios que participaron en los estudios de validación de la escala eran clasificables como con ambos roles (la frase androgínea psicológica se acuñó para describir este fenómeno). Los niveles de "errores" de medición que antes eran altos, ahora se reducen dramáticamente, indicando que la nueva conceptualización es mejor en explicar el fenómeno de roles de género.

El nuevo concepto de androgínea psicológica generó intensa actividad de investigación en la psicología. Cuatro hallazgos importantes en esta área son:

1. mujeres androgíneas tienen más alta autoestima que las tradicionales.

2. personas androgíneas tienen índices de salud mental más altos que tradicionales.

3. el por ciento de personas androgíneas aumenta consistentemente a través del tiempo.

4. Los beneficios psicológicos y sociales de la androgínea mayormente se ven en la mujer, debido a que los roles masculino que la mujer androgínea exhibe son roles que reciben recompensas sociales (por ejemplo, el ser competitivo tiene sus recompensas) y el hombre ya tiene estos roles.

Varios estudios han indicado que el por ciento de personas androgíneas en las universidades ahora es cerca de 40% en comparación al 30% que se veía en los 1970s y 80s. La androgínea en los hombres se puede notar en el hecho que hoy día los hombres se preocupan por su "atractividad" física y en las mujeres se puede notar en que es mucho más común hoy que una mujer se interese en ser exitosa en profesiones tales como ingeniería, medicina y arquitectura. Además, hoy día es más común que una mujer sea quien inicie una relación romántica con un hombre es vez de esperar que él lo haga.

MODELOS DE DIFERENCIACIÓN DE GÉNERO

Modelo Basado en el Trabajo Científico de John Money (1955-1994)

Un modelo que ha sido muy útil en explicar el proceso de la diferenciación de género es el propuesto por el fisiólogo John Money . Él presentó un modelo dimorfito en el cual se pueden notar 12 puntos críticos (o puntos de partida) en los cuales uno de dos posibles caminos pueden surgir. El modelo también aplica el concepto de interacción entre los factores bio-fisiológicos y los factores socio-psicológicos-culturales.

1. Género de los cromosomas: El primer paso de la diferenciación de género ocurre en el momento de la fertilización del óvulo (gameto femenino). La mujer sólo produce gametos que contienen al cromosoma "X". En el momento de la fertilización del gameto por un espermatozoide (gameto del hombre), el de la mujer se puede unir con un gameto masculino conteniendo al cromosoma "X", en cual caso el resultado sería un embrión potencialmente femenino, o se puede unir con un gameto masculino conteniendo al cromosoma "Y", en cual caso el resultado sería un embrión potencialmente masculino.

2. Género de los Gónadas: El segundo paso ocurre al final del segundo mes después de la fertilización y durante el tercer mes. En los embriones que tienen al cromosoma "Y", un gen en particular, el factor TDF (Factor Determinante del Desarrollo de los Testículos, siglas en inglés) que solamente existe en el cromosoma "Y", causa el desarrollo masculino de los tejidos que hasta este momento eran homólogos (iguales) en embriones masculinos y embriones femeninos. Este evento causa la liberación de la hormona testosterona la cual guía el desarrollo de los testículos en el embrión. En el caso de embriones con "XX", los cromosomas "X" causan la liberación de estrógenos en los tejidos que serán las gónadas femeninas, guiando así el desarrollo de los ovarios en el embrión.

3. Género de las Hormonas: Las hormonas sexuales comienzan a afectar el desarrollo de la anatomía interna (Punto crítico 4) y externa (Punto crítico 5) de los órganos sexuales durante el tercer mes después de la fertilización. Ya durante el tercer mes, el/la ginecólogo/a puede notar con una prueba de ultrasonido este desarrollo y saber si es hembra o varón. También, algo que se debe tener en mente es que las hormonas masculinas (en el caso del varón) y las hormonas femeninas (en el caso de la hembra) circulan por todo el sistema desde el tercer mes y están afectando el desarrollo del sistema nervioso (Punto crítico 6), de manera tal que pudiesen estar predeterminando la manera en la cual la criatura responde a los factores sociales después de nacer. Estudios hechos con animales indican que hormonas sexuales durante este período pueden causar cambios drásticos en la conducta social sexual de los animales. Estudios de esta índole no se pueden hacer con seres humanos, por lo tanto, sólo podemos generalizar de los estudios hechos con animales. Otra manera de ver esto es indicando que las hormonas sexuales prenatales fijan al sistema nervioso para que actúe de cierta manera u otra a los estímulos ambientales encontrados después de nacer. Sin embargo, los autores Blonna y Levítan (2000) señalan que los antropólogos argumentan que, después de estudiar las variaciones culturales que existen en respecto al impulso sexual, a la importancia de la sexualidad, al status de privacidad y a la misma explicación reproductiva de la sexualidad, una conclusión estricta de predestino biológico no es sostenible.

7. Género de Asignación: Hasta hace poco tiempo, la madre y el padre de un recién nacido tenían que esperar a que el médico pronunciará las palabras anunciado el género del recién nacido. "Es un varón" o "es una hembra" dramáticamente alumbra un camino u otro del dimorfismo sexual. Multitudes de estudios empíricos han indicado que reaccionamos diferentemente al recién nacido, dependiendo de si es varón o hembra. Algunos hallazgos interesantes son: a) los varones son tratados más bruscos que las hembras, se describen con palabras tales como "qué fuerte es" y "qué grande va a ser"; b) a las hembras se les habla más, se tratan con más delicadeza y se describen con palabras tal como "qué linda es". Es claro que la socialización diferente de los géneros comienza con este momento. En el presente, muchas parejas que esperan la conclusión de un embarazo ya saben, antes del parto, el sexo biológico del feto. Todavía no se han hecho investigaciones sobre la relación entre el saber el sexo biológico meses antes del alumbramiento del feto y el proceso de socialización de género.

8. y 9. Aprendizaje de los Guiones de Género y de los Roles de Género: Desde la infancia temprana los nenes y las nenas comienzan a aprender la manera de ser apropiada de su sexo biológico. Como mencionado en el primer capítulo, nuestra sociedad elabora diferentes guiones dependiendo en si somos nenes o nenas. Como resultado, aprendemos las conductas que son apropiadas y las que no son y todo esto lo aprendemos a temprana edad. Ya a los dos años, los nenes y las nenas pueden distinguir entre varones y hembras y a los tres años ya tienen una idea bastante clara de lo que ellos o ellas son. En la sociedad moderna se ve menos el forzar ciertos tipos de actividades en nenes, porque son nenes y otras en nenas porque son nenas. Aunque todavía quedan ciertos tabúes, como por ejemplo, a los padres y las madres no les importa mucho si visten a su nena de rosita o de azul, pero rara vez veremos a nenes vestido de rosita. Las escuelas ya no canalizan explícitamente a las nenas a cursos del hogar y a nenes a cursos de mecánica, pero si esperan que las nenas se ocupen de servir la merienda y recoger las cosas durante eventos sociales.

10. Identidad de Género en la Etapa Juvenil: Ya tarde en la niñez y cerca del comienzo de la pubertad, la identidad de género comienza a tomar forma. La mayor parte de los nenes y de las nenas actúan conforme a las expectativas sociales de género (manteniendo en mente que hoy día hay menos restricciones y mucha más flexibilidad). Aún así, de vez en cuando podemos notar que hay nenes o nenas que consistentemente actúan de manera inapropiada a su género. Este tipo de conducta, cuando es persistente, pudiese ser indicativa de disforia de género, tema que será discutido más adelante en este capítulo. Según el modelo de John Money, un nuevo desarrollo comienza durante esta edad y es el desarrollo del patrón de afecto, de atracción sexual (lo que él llama "mapas de amor"), las conductas sexuales que nos interesan y con qué tipo de persona queremos envolvernos románticamente. El concepto de "mapas de amor" se refiere a patrones de conductas que se establecen a nivel del sistema nervioso y que luego determinan nuestras reacciones y conductas en la adultez.

Aprendizaje Social

El modelo basado en el aprendizaje social propone que los niños y las niñas aprenden a ser masculinos y femeninos a través de las observaciones del ambiente en el cual viven. El modelo de aprendizaje por observación, propuesto por Bandura (1963), propone que le prestamos más atención a modelos similares a nosotros, y por lo tanto, los niños prestarán más atención a sus padres y las niñas a sus madres, durante la temprana edad. Más adelante, otros y otras modelos sociales son blancos de la atención de estos niños y niñas al mismo tiempo que su círculo de socialización se torna más amplio.

Los niños y las niñas aprenden una plenitud de mensajes de género de estas observaciones. Entre ellos, aprenden cuál es el estilo apropiado de vestir, la manera apropiada de comportarse, y cómo sentir. También los niños y las niñas son dirigidos en diferentes direcciones (masculinidad y feminidad) por esas personas que tienen impacto sobre ellos y ellas. El darle carritos, armas, camiones, aviones, bates y guantes de béisbol, entre otros, a los varones y muñecas, estufas de juguete, platos y tasas de servir, entre otros, a las hembras, encaminan a los niños y a las niñas en las actividades apropiada de cada género. Ya para los 3 años de edad los niños pueden distinguir fácilmente entre los juguetes apropiados y no apropiados para varones y hembras.

Los medios de comunicación, especialmente esos que están dirigidos a los niños y niñas, también producen modelos de niños y niñas que reflejan las características tradicionales culturales. En casi todos los cuentos de hadas es claro notar que los hombres son lo que tienen aventuras excitantes mientras que las mujeres esperan por el. El modelo ideal es tipificado en el cuento de la Bella Durmiente (ella espera “dormida” mientras que él anda por ahí teniendo sus experiencias. Además, él la despierta a ella, sugiriendo que el hombre es quien sabe sobre la sexualidad y despierta la sexualidad en la mujer. Ella espera hasta que llegue su hombre ideal. Y viven felices juntos el resto de sus vidas).

Además de modelar las conductas apropiadas, los padres y madres, y después las personas de significancia en la vida de los niños y niñas, también recompensan la actuación correcta de los roles de género e ignoran (o posiblemente castigan) la actuación inapropiada de los mismos. Ya para la adolescencia, el grupo par (los y las adolescentes) estrictamente recompensa y castiga las actuaciones apropiadas e inapropiadas del o de la adolescente en cuestión.

El Sexismo

El sexismo se refiere a tener actitudes (prejuicios) y conductas (discrimen) que son basadas en que un sexo biológico es superior al otro. La forma más común que el sexismo toma en muchas de las culturas del mundo es el machismo, que propone que el hombre, quien es fuerte, es superior a la mujer, quien es débil. El lado opuesto de la moneda del sexismo en es hembrismo que propone que la mujer es superior y el hombre es inferior. Sin embargo, culturas hembristas son muy pocas en el mundo, especialmente en el occidente.

El sexismo se puede manifestar abiertamente y negativamente, como por ejemplo, en clubes sociales exclusivos para hombres donde no se permiten mujeres. Por otro lado, el sexismo puede que se manifieste sutilmente, disfrazado de protección, como por ejemplo el pasar leyes que “protejan” a la mujer de trabajos fuertes tal como en la industria de la construcción y en actos galantes tal como abrirle la puerta del carro a una mujer.

Ambas formas sirven para dar el mensaje que la mujer es más débil que el hombre y por lo tanto inferior. También, estos son ejemplos de estereotipos de género, los cuales son centrales al problema del sexismo.

Estereotipos de Género

Los estereotipos de género son características grupales de hombres y de mujeres que la persona asume son descriptoras de una persona en particular, sencillamente porque esa persona pertenece a ese sexo biológico. Por ejemplo, el asumir que María no saldrá bien en un curso de Cálculo Avanzado por el hecho de que es mujer. La gran mayoría de los estereotipos de género son aprendidos de los padres y madres, de los maestros y maestras en las escuelas, del grupo par y de los medios de comunicación (películas, TV, libros, radio y otros).

Los padres y las madres con o sin intención promueven muchos de los estereotipos de género. En la época moderna, los padres y las madres tratan de no inculcar estereotipos de género intencionalmente. Sin embargo, cuando escogen quien va a ayudar a Papá a arreglar algo en el patio, eligen al nene, mientras que si lo que hay que hacer es limpiar la casa, eligen a la nena a que a ayude a Mamá.

Una investigación en el Canadá en el 1991 por Duxbury y Higgins encontró que aún en familias donde ambos el hombre y la mujer trabajaban fuera del hogar, los trabajos del hogar seguían siendo la provincia de la mujer. Los niños y las niñas de estos hogares, aunque notan que ambos el hombre y la mujer se dedican al trabajo, siguen aprendiendo que el trabajo casero es para las mujeres. Otros estudios han indicado que para fines del siglo XX, muchas más mujeres trabajan fuera del hogar que a mediados del siglo XX mientras que la proporción del trabajo que el hombre hace en la casa es bastante poco y no ha cambiado mucho desde comienzos de este siglo.

Los estereotipos de género tienen un efecto profundo en la misma expresión de la sexualidad en la persona. El machismo que exagera el aspecto agresivo, conquistador y enfocado en la ejecución sexual al mismo tiempo que ignora la habilidad de los hombres de ser sensitivos, cariños y emotivos. También, el enfocar en la pasividad de la mujer que como consecuencia produce el descuido de sus necesidades de expresión sexual, las cuales son iguales a las de los hombres.

Los estereotipos de género ignoran el hecho de que ambos sexos tienen necesidades de expresar los mismos rasgos, así sean masculinos o femeninos. Por ejemplo, ambos el hombre y la mujer necesitan ser directos y expresar sus deseos, aunque a veces ambos también necesiten ser el objeto de la atención del otro sexo. En la casa, ambos el hombre y la mujer necesitan tomar decisiones en relación a sus hijos. Sin embargo, algunos hombres y mujeres en la sociedad moderna todavía siguen teniendo expectativas de que el hombre es el asertivo, el que controla la situación y el que tiene el éxito, relegando a la mujer a rol pasivo, de apoyo al hombre, servil y sometida.

Barber y Axinn (1998) encontraron que mujeres que tenían expectativas de terminar cuatro años de universidad y creían en el rol tradicional de la mujer casera tenían menos probabilidad de casarse. Por el otro lado, mujeres que no tenían expectativas de estudio universitario y creencias de que el rol de la mujer era trabajar en la casa tenían más probabilidad de casarse. Estos hallazgos implican que el estereotipo de la mujer como ama de casa afecta la conducta de mujeres que están estudiando una profesión.

Algunos de los más comunes estereotipos de género que envuelven aspectos de la sexualidad son:

1.            El hombre tiene un impulso sexual más intenso que el de la mujer.

2.            La mujer es pasiva mientras que el hombre es activo en respecto a lo sexual y romántico.

3.            El hombre es polígamo y la mujer es monógama.

4.            El hombre trabaja fuera del hogar y la mujer cría hijos y mantiene el hogar.

5.            La mujer dice que “no” cuando en realidad si quiere tener sexo.

El mismo lenguaje que usamos también contribuye al problema del sexismo. El uso del masculino genérico tal vez es el más notorio. Decir que “el hombre es un ser sexual” cuando lo que queremos decir es que “el ser humano es un ser sexual” produce la problemática que el primero nos hace pensar que la mujer no es sexual, sin necesariamente tener esa intención. Pero, si así hablamos, de igual forma estamos construyendo nuestros esquemas mentales.

Es importante notar que, aunque en algunos casos las diferencias entre hombres y mujeres son actuales, la diferencia misma es poca y hay más diferencia entre dos hombres escogidos al azar, que entre el hombre promedio y la mujer promedio. Las diferencias entre hombres y mujeres son auspiciadas, en muchos casos, por creencias culturales populares. Por ejemplo, el exagerar las diferencias entre los hombres y mujeres, llegando al extremo de decir que los hombres son de Martes y las mujeres son de Venus, implicando así, que ambos son, entre sí, extranjeros. 

La Disforia de Género

La disforia de género es uno de los trastornos mentales descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales y es más conocido por el nombre de transexualismo. Esta condición envuelve la falta de concordancia entre el sexo biológico y el género psicológico de la persona. Hombres biológicos que tienen este trastorno sienten, a nivel psicológico, que son mujeres y mujeres biológicas sienten que son hombres. Aún hoy día, las ciencias no entienden muy bien esta condición, y menos las condiciones causantes.

A nivel descriptivo si se ha notado que las personas que indican tener disforia de género tienen memorias desde la niñez temprana (5 y 6 años de edad) sobre este aspecto de sus vidas. Esto es especialmente así en el caso de hombres biológicos que se siente ser mujeres. El vestir en la ropa del otro sexo y el adquirir los manierismos del otro sexo son conductas comunes vistas desde la niñez en personas transexuales. En muchos casos se puede notar una exageración de los rasgos masculinos (o femeninos) que la persona despliega, como por ejemplo un hombre biológico que se siente mujer se presenta de una forma extremadamente femenina, exagerando los estereotipos femeninos de la cultura.

La disforia de género (ver esquemático en la Tabla 8-1) no debe ser confundida con el travestismo (ver Capítulo 14 - La Sexualidad No Típica) que envuelve el obtener satisfacción erótica a través de la ropa del sexo que le atrae a uno (ver Tabla 8-2). Tampoco se debe confundir con el homosexualismo, que envuelve el sentir atracción erótica hacia personas de su mismo sexo (ver Capítulo 9, La Orientación Erótica; ver Tabla 8-3).

 

Tabla 8-1. Esquemático de un hombre y una mujer transexual.

Text Box:  
SEXO                          EROTISMO A NIVEL BIOL    GÉNERO        PSICOLOGICO
 
  ♂  --------  ♀                 ♂  (Heterosexual)
  ♀  --------  ♂                 ♀  (Heterosexual)

 

 

 

 

 

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Text Box: SEXO   GENERO              EROTISMO
BIOL                         A PERSONA    A ROPA DE
 
 ♂  ---         ♂            ♀ (Heterosexual)          ♀
 ♀  ---         ♀            ♂ (Heterosexual)          ♂
 
Nota: El transvestimo es mayormente visto en hombres. 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 

 

Tabla 8-2. Esquemático de un hombre y una mujer trasvistita.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tabla 8-3. Esquemático de un hombre y una mujer homosexual.

Text Box:  
SEXO                          EROTISMO A NIVEL
BIOL       GÉNERO      PSICOLOGICO
 
 ♂  ---           ♂                ♂   (Homosexual)
 ♀  ---           ♀                ♀  (Homosexual)
 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La mayoría de las personas transexuales tienen el problema de que aunque a nivel biológico son de un sexo en particular, a nivel psicológico son del otro sexo y desean una pareja erótica heterosexual. Esto quiere decir que a nivel biológico, la pareja es actualmente del mismo sexo que la persona transexual. Es importante distinguir entre un hombre, que se siente hombre, y desea sexualmente a otro hombre (en el caso de un hombre homosexual) y un hombre, que se siente mujer y desea sexualmente a un hombre (en el caso de un hombre transexual y heterosexual). Las personas heterosexuales y homosexuales no tienen problemas encontrando a una pareja con la misma predilección, pero la persona transexual encuentra dificultades debido a que las personas heterosexuales al igual que las personas homosexuales van a ver como no natural a la situación de la persona transexual.

Además, en sociedades altamentes heterosexistas, las personas gays y lesbianas (especialmente en el caso del hombre gay) tienen dificultades en aceptar su orientación erótica y un mecanismo psicológico usado en esta situación es la represión de la identidad de género de uno y su reemplazo por su opuesto. Por ejemplo, un joven gay que no puede aceptar ser gay pudiera reprimir su masculinidad y reemplazarla por feminidad y así, de forma conveniente, ya no tiene que sentir “culpabilidad” por su orientación homosexual, ya que si él es “mujer”, el desear a un hombre sería aceptable. Esto sería un caso de falsa disforía pues resulta de una represión y no del hecho que la verdadera identidad de género de este joven no es consonante con su sexo biológico. La terapia indicada en este caso estaría dirigida a la auto-aceptación de su orientación sexual y no a cambiar el cuerpo biológicamente.

En los Estados Unidos, los tratamientos quirúrgicos para resolver este problema se desarrollaron en los 1960s y envolvían cambiar la anatomía para que ésta fuera congruente con la identidad de género de la persona. En las primeras décadas muy poco se estaba haciendo para determinar que verdaderamente estos pacientes padecían de disforia de género y no de falsa disforia y consecuentemente, las estadísticas de seguimiento indicaban que, en general, los/las pacientes no demostraban alivio a nivel psicológico.

Para los 1980s se establecen mejores guías para intervenir con la disforia de género y el número de intervenciones quirúrgicas se reducen dramáticamente. En el presente, el tratamiento de disforia de género es un proceso que conlleva un período largo de terapia psicológica antes de la intervención quirúrgica que cambia biológicamente a la persona. Esta larga intervención psicológica es para determinar si verdaderamente el/la paciente sufre de disforia de género y si la persona se adapta normalmente al cambio de género, primero a través de pasos que son reversibles y así asegurar que cuando el paso de cambio físico ocurre, la persona va a estar adaptada a su nuevo sexo biológico.

Básicamente, el proceso es este: Primero, la persona que cree que sufre de este trastorno recibe terapia psicológica durante los primeros dos años, en los cuales él o ella tiene que adoptar el patrón de vida asociado al género que él o ella tiene a nivel psicológico. Esto incluye cambiarse el nombre, vestir en la ropa típica de este género y demostrar las conductas apropiadas a este género. La persona es evaluada durante este tiempo y si se ha establecido que la persona se siente cómoda con su nuevo género, se procede al segundo paso.

El segundo paso envuelve tratamientos hormonales para 1) inhibir la producción de las hormonas que es natural para ese cuerpo y 2) añadir las hormonas del sexo biológico al cual se intenta cambiar. Este paso comienza los cambios físicos que se van a efectuar, pero todavía no implica finalidad, pues para revertir sus efectos, sólo basta dejar de hacerse. El cuerpo del paciente, de la paciente comienza a cambiar, similar a lo que ocurre durante la pubertad. En el caso de hombre cambiando a mujer, se notará el desarrollo de los senos, la suavización de la piel (todo debido al aumento de estrógeno introducido al cuerpo). En el caso de la mujer cambiando a hombre, se notará el cambio en la musculatura, y el crecimiento de vellos faciales. Sin embargo, algunos cambios que ocurrieron originalmente en la pubertad no pueden recambiar (por ejemplo, el tono de voz masculino no puede cambiar al tono más alto femenino, pues las cuerdas vocales a la vez que cambian en la adolescencia debido a la testosterona masculina, no vuelven a su estado original). Esta fase se pudiera prolongar de un año a más, dependiendo en la situación específica. Algunos transexuales tienen que esperar para poder pagar el costo de la intervención quirúrgica que es el tercer paso.

Si todos los indicadores son positivos, el cambio biológico del sexo se efectúa. El cambio de hombre a mujer es usualmente hecho así: 1) Se remueven los testículos, el escroto y el pene. 2) Los tejidos de la piel que cubre al pene son usados para crear una vagina. Estos tejidos se colocan en la cavidad pélvica ya preparada, la carne del interior de la piel del pene se une naturalmente con los tejidos del cuerpo y forman al interior de la nueva vagina. Como estos tejidos del pene tienen numerosos terminales de tacto, la vagina así construida tendrá la habilidad de responder eróticamente a la actividad sexual. Sin embargo, lubricación artificial tendrá que ser usada debido a la falta de trasudado.

 El cambio de mujer a hombre es más difícil debido a que no hay sustituto natural para los cuerpos esponjosos del pene. Los labios mayores, los menores, el clítoris y los senos son removidos. El nuevo pene se construye de los tejidos de los labios mayores y se “rellena” con otros materiales naturales. En muchos casos, se coloca en lugar el implante artificial que va servir la función de erección (estos implantes varían dramáticamente en términos de su función y costo). Al igual que en el hombre, los tejidos usados tienen una multitud de terminales sensoriales que servirán para proveer la estimulación erótica necesaria para una respuesta sexual. El pene creado solamente contará con el proceso eréctil de la prótesis implantada y no tendrá la capacidad natural de eyacular (se puede notar que algunas prótesis producen, artificialmente, este evento).

Este largo proceso de terapia aparente ser más efectivo que en el pasado. Los datos de seguimientos indican que la mayor parte de las personas que terminan el proceso de cambio se sienten satisfechas, en contraste con los 1960s donde la mayoría se sentía insatisfecha con el cambio. El cambio biológico del sexo no es cubierto por las pólizas de seguro médico. Para el año 2000, cerca de 2,500 operaciones se habían hecho en los Estados Unidos (Greenberg, Bruess y Haffner, 2000).